Iñigo Llopis siente la "fuerza" del Real Madrid en París

París, 31 ago (EFE).- Iñigo Llopis refrendó en París el talento que atesora como nadador en los Juegos Paralímpicos, en los que se proclamó campeón de los 100 espalda, clase S8 de discapacitados físicos. En La Defense Arena, antes de la competición, sintió la "fuerza" de la plantilla del Real Madrid, que siempre que compite en las grandes cita le sigue con atención.

El guipuzcoano Iñigo Llopis se proclamó este sábado en la piscina de La Defense Arena de París campeón paralímpico de los 100 espalda, clase S8 de discapacitados físicos, volviendo a subir al podio en esta distancia como hace tres años en Tokio 2020, cuando recogió una plata. EFE/ Javier Etxezarreta
El guipuzcoano Iñigo Llopis se proclamó este sábado en la piscina de La Defense Arena de París campeón paralímpico de los 100 espalda, clase S8 de discapacitados físicos, volviendo a subir al podio en esta distancia como hace tres años en Tokio 2020, cuando recogió una plata. EFE/ Javier Etxezarreta

París, 31 ago (EFE).- Iñigo Llopis refrendó en París el talento que atesora como nadador en los Juegos Paralímpicos, en los que se proclamó campeón de los 100 espalda, clase S8 de discapacitados físicos. En La Defense Arena, antes de la competición, sintió la "fuerza" de la plantilla del Real Madrid, que siempre que compite en las grandes cita le sigue con atención.

El nadador guipuzcoano (San Sebastián, 1998), que nació con una malformación en el brazo y la pierna derecha, lo que le provocó que una pierna sea más corta que la otra y en la mano derecha tenga dos dedos, está acostumbrado a superarse continuamente. Debido a su discapacidad ha sido operado "unas quince veces" y ha tenido que acostumbrarse a usar más la mano izquierda que la derecha.

Ello no le impidió practicar deporte desde pequeño. En su colegio hizo baloncesto, balonmano y fútbol. De esos tres, él que más le llamaba la atención era el fútbol, en el que hizo sus pinitos como portero. Esa posición le venía bien porque no tenía que correr tanto, pero un día, en una acción desafortunada, se rompió el fémur.

Con la lesión, para rehabilitarse, le recomendaron la natación. "Empecé sin intención de nada, pero lo fui haciendo bien y entrenando ya me dijeron de ir al Campeonato de España. Al ganar una medalla me fui enganchando y un campeonato llevó a otro". Eso fue con diez años, en sexto de primaria.

Debutó con 17 años en los Juegos Paralímpicos de Río 2016, donde participó en las pruebas de 50 y 100 metros libre y en la de 200 estilos, pero no consiguió clasificarse para las finales.

Desde entonces fue experimentado una gran progresión y en Tokio 2020 obtuvo la plata en los 100 metros espalda y consiguió el cuarto puesto en 4x100 metros estilos por relevos.

En París, ocho años después de aquel debut en unos Juegos, consiguió al fin el ansiado triunfo que tanto tiempo llevaba esperando. En la piscina de La Defense Arena, ante 13.000 espectadores, refrendó su favoritismo en la prueba con una carrera sensacional que dominó por completo y en la que paró el crono en 1:05.58.

"Hemos trabajado todo este año con la ilusión de poder lograrlo y lo hemos conseguido. Ganar el oro el año pasado en el Mundial me dio mucha confianza. Las marcas estaban siendo muy buenas y hemos podido culminarlo", dijo Llopis, al término de su prueba.

Sus evoluciones hace tiempo que se siguen en el vestuario del Real Madrid, desde hace muchos años, cuando Zinedine Zidane era el entrenador. Esa particular relación con el conjunto blanco, pese a ser donostiarra, se debe a su padre, Luis Llopis, el entrenador de porteros.

"Estoy intentando remontarle. Suele pasar a final de la temporada de fútbol, que soy el hijo de, y luego cuando empieza la natación es al revés. Me consta que esta mañana han esperado para empezar el entrenamiento más tarde. Están muy pendientes de mis resultados, siempre me apoyan y estoy súper contento con ellos. Mediante mi padre siento la fuerza de todos, sé que están conmigo", declaró.

Por ese apoyo incondicional que siempre le brinda, una de las dedicatorias es para su padre. "Se lo dedico a él, a mi entrenador (Isaac Pousada y a Naia Zudaire (nadadora) que son los que están en el día a día a mi lado y los que más me aguantan".

El triunfo de Iñigo, que entrena en las piscinas Paco Yoldi de Anoeta, es la continuación de "años y años de trabajo" de grandes nadadores y entrenadores donostiarras como Richard Oribe o Javier de Aymerich, fallecido el pasado mes de enero.

"Todos los deportistas y todos los nadadores de Euskadi que hemos ido a Juegos Paralímpicos tenemos que dar las gracias a Richard y a Javier. Y ganar el oro, pensar en ellos y dedicárselo es una alegría", confesó.

Los años de esfuerzo, de ese trabajo silencioso que son los entrenamientos, han tenido recompensa. Iñigo Llopis es una referencia de la natación paralímpica española y su techo, por el momento, se desconoce sobre la piscina.

David Ramiro